10 claves para detectar a un profesor de universidad que no quiere serlo

Bastan 5 minutos en el aula  para intuir qué alumnos están por gusto y qué porcentaje desearía estar en cualquier otro lado. Se lo he escuchado decir a varias generaciones de profesores y, lo cierto es, que con ellos sucede lo mismo.

A continuación, os presento un listado de ítems que reflejarían algunas de las actitudes más frustrantes para el estudiante de  bien. Por supuesto, para poder hablar de dicha modalidad de profesional mediocre, deberían formar parte de su particular «guía del docente», y no manifestarse aisladamente.

1. Cualquier excusa es buena para abandonar el aula. «Se me han olvidado las fotocopias, no me he traído las llaves, me he dejado una cosa en el despacho…». Incluso puede llegar a suceder que se ausenten sin más, («Ahora vuelvo, ir leyendo el ejercicio«)  o varias veces en el transcurso de la misma clase, de manera habitual.

2. Celebraciones y festejos como parte de la asignatura. «Mañana no tendremos clase [pongamos por ejemplo, de Historia del Cine] porque a esa hora celebraremos en el hall de la facultad el aniversario de la toma de la Bastilla» . Perfecto. Supongo que es mucho mejor asistir (en hora de clase) a un concierto que intentar explicar su relevancia y conexión con la materia en cuestión, si es que la hubiera.

3. Píldoras contra la excelencia y para «yonkies» de la mediocridad. Es una actitud que suelen mostrar a lo largo de curso, pero que da comienzo desde el primer día. Tras invertir unos 30 minutos en explicar las exigencias y parámetros de la asignatura, suelen acabar con la frase «Pero no os preocupéis que los plazos son orientativos, yo no soy de los que meten prisa, y ya veréis que soy muy laxo y comprensible. Vais a sacar todos unas notas excelentes«.

4. Eso sí que es un dictador. Tal vez sea la edad, pero se me ocurren pocas cosas peores que un dictado, (puntos, comas y mayúsculas incluidas) de las características de las 7 constituciones españolas . Por favor, si te puede sustituir un libro….

5.  Explotación indebida del Power Point. Ya ha sido bautizado como «Power Point Karaoke«, y no es más que la evolución del dictado de sus propios apuntes.  Muy recomendable la lectura de Why Most PowerPoint Presentations Suck, de Rick Altman, que entre otras cosas, afirma que:

«Haces perder el tiempo (y el dinero) al público: En vez de estar allí, podrían estar en otro sitio y leerse las transparencias cuando mejor les convenga. Se preguntarán: ¿qué hago yo aquí?«

6. La reina A. «Vamos a comenzar a leer estos textos. Bianca lee la primera página, que siga tu compañera y así consecutivamente». ¿Perdona? O de lo que hablamos es de una clase de locución, o espero que al abrir los ojos todo haya sido un sueño y alguien me haya impedido matricularme en la universidad.

7. Las horas de prácticas como coartada. En este caso encontramos dos modalidades. La primera de ellas responde a la supresión de horas de clase en favor de la realización de un trabajo de fin de curso, y digo en favor porque es así como te lo plantean. «Las dos horas del viernes os las dejo para vosotros, para que podáis tener tiempo para realizar los trabajos. No os podéis quejar ¿eh?«. Una segunda versión maligna consiste en no abandonar el aula, pero si emplear esas horas para «dejar hacer las prácticas» que hay que entregar no al finalizar la misma, sino tiempo después (ya sabéis, sin agobiar). Sustituyen a las horas de estudio que teníamos en el instituto, y suelen ser de igual utilidad, tanto para los alumnos como para los profesores.

8. ¿Ejemplos de qué? «Hoy vamos a ver ejemplos de lo que es un reportaje«. No, perdona. Hoy, si acaso, nos vas a poner, de manera consecutiva audios y vídeos de reportajes, sin más.

9. Yo no molesto en tus clases…¿por qué me molestas tú en mis exámenes? «Por favor, si oigo murmuros pierdo el hilo. Si queréis decir algo levantáis la mano y preguntáis«. Muy comprensible. Sin embargo, una servidora ha tenido que soportar exámenes de 2 horas con la banda sonora de todo un departamento contándose sus peripecias de fin de semana.

10. Mi librero se asusta cuando me ve entrar. Según el último informe del Instituto Nacional de Estadística, la producción editorial española alcanzó los 132,1 millones de ejemplares editados en 2010. ¿Queréis saber cuántos libros descatalogados me han entrado en exámenes? No, no queréis saberlo… ¿De verdad nadie ha escrito nada relevante en la última década?

P.D: Sálvese decir que TODOS tenemos días pésimos en los que nos gustaría cambiar el trabajo (si es que lo tienes) al más pintado y que afortunadamente, la mayoría de los profesionales de la educación son eso, profesionales.

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